Chamán Ediciones aparece reseñada en el número de septiembre de la Revista LEER
Jovencísima y valiente, la editorial albaceteña Chamán Ediciones se presenta en la difícil sociedad libresca de nuesto país apostando por la poesía, pese a que tocará otros géneros literarios. La segunda referencia de su catálogo sirve para dar a conocer al norteamericano Alfred Corn ante el lector español. Se trata de un autor veterano (1943) que, pese a contar con una decena de poemarios en su curriculum, permanecía inédito en nuestro país.
Guillermo Arreola le presenta en este Rocinante que reúne poemas de siete de sus libros, publicados desde 1976 hasta 2013, incluyendo, además, dos poemas inéditos escritos originalmente en español.
Corn es un poeta norteamericano de estirpe, de amplias hechuras e inabarcables horizontes. Emplea la palabra con singular franqueza, como fruta abierta, y es fácil reconocer en ella las resonancias simbólicas y algo alucinadas de un Whitman y, a la vez, la cruda emotividad de un Robert Lowell. Y Rocinante es una antología cuidadosa, transparente y, en ocasiones, memorable, que deja el deseo de seguir indagando en el universo del poeta. /A. A. S.
Algunos poemas de la antología:
An Oregon Journal
I
Afternoon: the waves are pure change when the tide
turns, and the defeated eye pulls back
to drop anchor in rock. Deserted by water,
the cliff base was a drying seascape of
green anemones and steel-blue mussel shoals
crackling in the painful flood of air.
Then the predators, marigold and liver-pink
stars fallen in dancers’ poses in rock pools,
Flattened against barnacle crusts.
You are
there now, made large by time, observing;
the expansive hair stirs, relaxes.
You picked up an empty mussel shell, still twinned,
and offered me half, old tarnished spoon,
the thumb-sized hollow pearled in gray rainbows.
Something in your looks or the thinning light
says we won’t always be together.
Back there, topheavy clusters of white
everlastings tap against the sea breeze.
I don’t think you saw them, or me, testing
the bone-hard blade of the shell. I tried
to break it, then threw it back to the great
factory of ocean where it will be
ground up and recast as kelp, fish, bird,
star –or another instance of itself.
Diario de Oregón
I
Al atardecer las olas son puro vaivén,
cuando la marea repunta, y el derrotado ojo se retira
a echar ancla en la escollera. Vacante de agua,
el pie del arrecife era un seco paisaje marino
de anémonas verdes y un banco de mejillones azul acero
crujiendo en el dolorido torrente del aire.
Los depredadores, las estrellas marinas oro
y rosa hígado caían en posturas de bailarines a los rocosos
charcos, estampándose en las costras de percebes.
Ahí estás ahora,
magnificada por el tiempo, observando;
tu expansiva cabellera se agita, se esparce.
Recogiste una concha de mejillón vacía, pareada aún,
y me ofreciste la mitad, una vieja y deslucida cucharilla,
su diminuta concavidad perlada de grisáceos arcoiris.
Algo en tu semblante o en la tenue luz
me dice que no siempre estaremos juntos.
Al fondo, recargados racimos de blancas siemprevivas
se debatían contra la brisa del mar.
No creo que los hayas visto, o a mí,
examinando la afilada dureza ósea de la concha.
Intenté romperla, luego la devolví
a la gran fábrica del océano donde será triturada
y renacerá como alga, pez, pájaro,
estrella –u otro paradigma de su ser.
II
The temperatures
appeared, then a snow-blue delirium,
possibly the source of the first images:
to step out at night on to audible sands,
mind brooming aside hazes above
the tossing surfaces, to feel fever against
the silhouettes of rocks.
A milk moon,
no, a broken aspirin changing leaden mist
into platinum with its sour light.
We saw
the reflection of a salty star in the wet,
this side the reach of the waves…
Not recollected in tranquility;
as if we could ever rest and the waves
not echo in our inner ear, high tides
not come forward in feeling change. The best
themes are the moving ones, those closest
following the skating hand that records,
balance, the motive of figure and line.
My eyes dilated, I tugged the threads
of daydream texts as each day passed
and our night clock, moon-dial, grew fat
with the time we spent.
II
Aparecieron
las fiebres, luego un delirio azul nevado,
posiblemente el origen de las primeras imágenes:
un paseo nocturno sobre arenas audibles,
la mente escombrando la neblina
arriba de las ondeadas superficies, un agitado sentir
frente a las silueteadas rocas.
Una luna lechosa,
no, una aspirina rota trocando en platino
la aplomada bruma con su avinagrada luz.
Vimos
una estrella salobre espejearse en la humedad,
de este lado el alcance de las olas…
emociones que no se acogen a la tranquilidad;
como si alguna vez pudiéramos yacer y las olas
no dejaran eco en nuestro oído interno, las altas mareas
no acusaban cambios de percepción.
Los mejores temas: los que conmueven, los que de cerca
sigue la mano que deslizándose registra,
equilibra la materia de figura y línea.
Mis ojos se dilataron, jalé los hilos
de textos de ensueño conforme al transcurso de cada día,
y nuestro reloj nocturno, cuadrante lunar, crecía
con el tiempo que pasábamos juntos.
ROCINANTE
Alfred Corn
(Traducción y selección de Guillermo Arreola)
Chamán Ediciones. Albacete, 2016.
104 págs, 12 Euros
Portada de la revista Leer en la que sale el artículo sobre Rocinante
El artículo sobre Rocinante en la Revista Leer
Detalle del artículo sobre Rocinante en la Revista Leer