
Los cielos despejados por las prolongadas sequías generaban tremendos contrastes entre la luz y la oscuridad, siendo los días apestosamente calientes y las noches terriblemente frías. Según los más ancianos, hacía decenios que los inviernos se confundían con los otoños y las primaveras con los veranos. Tanto era así que las labores agrícolas a menudo parecían desfasadas. El más sabio del reino había anunciado ya
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