El escritor mexicano Rubenski Pereira nos ofreció publicar Latido izquierdo en 2016 o 2017. Fue un año después, en 2018, cuando pudimos publicarlo. Os dejamos un poema de ese libro en el que el espectro del viaje es parte del animal de fondo que lo encumbre. Aquí un homenaje a Miguel Hernández:
ORIHUELA
En la estación de trenes
el sol se oculta detrás
de nubes oscuras;
una piedra de la casa
donde nació Miguel Hernández
me acompaña, me guía
por las calles de su pueblo.
He entrado a su abismo,
a su casa en ruinas.
Un portal de madera marchito
y ventanas derruidas me reciben;
las flores y el agua de las fuentes;
parques donde vibra la música sinfónica,
donde el corazón se enaltece
y palpita en la desdicha de su muerte.
Calle abajo,
la luna del amanecer
marca mis pasos
en Orihuela.
Encuentro del viento
y la tristeza,
humo de tabaco;
encender de manos y miradas.
Besos invisibles
de la tétrica caricia que me acompaña,
la tristeza en mi boca
ensangrienta el vaso del que bebo.
Aguardo la salida del tren,
fumo un cigarrillo tras otro.
En mi mente vislumbro
a Miguel en el portal de su casa,
sus ojos me hablan en silencio:
yo soy el lamento
de la España ensombrecida,
soy la penumbra de los almendros.
Subo al tren y recuerdo su elegía,
el cielo se abre, el sol incendia
mi cara, la naturaleza brilla detrás
de los cristales. Mi voz es la música
en verdes campos y montañas.
Penetro en el trance de la ruta,
limoneros y flores amarillas.
Orihuela ha consternado mis sentidos,
alimenta mis ecos y risas siniestras,
el dolor en el hombro del poeta;
su voz enfrentó a La Bestia en la pobreza
con el fuego de la tierra,
creando himnos a las sombras,
a la vida, al amor y a la muerte.
Miguel llegó con tres heridas,
se ha ido y permanece como estandarte
de la voz del pueblo.
Puedes leer más poemas de este autor en este enlace de la Revista Electrónica de Literatura Círculo de Poesía: